Un 20 de noviembre de 1845, se entabló la batalla de la Vuelta de Obligado, la más heroica de la Guerra del Paraná, que enfrentó a Francia e Inglaterra, contra la Confederación Argentina gobernada por el brigadier general Juan Manuel de Rosas. El motivo de este conflicto era la intención de las potencias europeas de imponer la internacionalización del río Paraná para que ingresaran las manufacturas importadas sin pagar aranceles.
La flota anglo-francesa, brazo armado de las burguesías de sus respectivos países, estaban dotadas de modernos buques de guerra, algunos de los cuales se movían a vapor y estaban artillados con cañones de munición explosiva e incluso de ánima rayada. Con estos últimos adelantos de la tecnología militar, los colonialistas pretendían imponer el libre comercio, es decir, comerciar con el litoral sin pagar tributos en el puerto de Buenos Aires. Por su parte, el gobernador Rosas trataba de mantener la autoridad territorial de la Confederación y una política proteccionista de las manufacturas criollas frente a los intereses y la soberbia de las potencias extranjeras sumadas al entreguismo de los unitarios.
En las barrancas de San Pedro se dio la batalla fluvio-terrestre de la Vuelta de Obligado en la cual la escuadra europea luego de encarnizados combates pudo cortar las cadenas puestas por el general Lucio Mancilla y superar a las baterías argentinas equipadas de antiguos cañones para seguir navegando hacia el norte por el Paraná, pero se trató de una victoria pírrica para los invasores por los altísimos daños materiales que sufrieron los barcos extranjeros y por la imposibilidad de vender los artículos que traían los mercantes que seguían a las naves de guerra con excepción de algunas armas al gobierno unitario de la familia Madariaga en Corrientes.
Las noticias de este desigual combate provocaron admiración en toda América y Europa por la determinación argentina de hacer valer sus derechos territoriales y generó muchas críticas en Londres y París por el fracaso de la campaña. Y si bien luego llegaría el gran triunfo de los patriotas en la Angostura del Quebracho que obligaría a franceses e ingleses a negociar la paz de acuerdo con las exigencias del Brigadier General Rosas, la batalla de la Vuelta de Obligado se destaca por ser la más heroica de la Guerra del Paraná.
Viendo aquellos sucesos con perspectiva histórica debemos tener en cuenta la ignominia de la “libre navegación de los ríos interiores” firmada en 1853 por Urquiza en nombre de la Confederación Argentina, con los representantes de los Estados Unidos, de Gran Bretaña y de Francia. Como tampoco podemos dejar de ver la falta de soberanía actual especialmente sobre el río Paraná.
¿O acaso si volviéramos a tener ELMA (Empresa Líneas Marítimas Argentinas) los buques de nuestro país podrían navegar libremente el río Misisipi? De ninguna manera, ya que ese río está bajo el control del Cuerpo de Ingenieros del Ejército de Estados Unidos, es decir, las potencias saben defender su soberanía, mientras tanto, nos tratan de convencer de las virtudes del “dejar hacer y dejar pasar”.
¡Gloria a los valientes de la Vuelta de Obligado! ¡Y gloria los valientes argentinos de que hace 40 años defendieron nuestra soberanía en el Atlántico Sur!